martes, 5 de mayo de 2020

De vuelta al 2011

No había pensado en él estos años. Solo recordaba, de mil en cien, algunas cosas o eventos relacionados a la clase de guiones. Mayormente, porque continúe en contacto con algunos de la clase.

Pero no volví a pensar en Rafael Mediavilla. Ni en su humor, ni en la profundidad de lo que decía, ni en sus frases: “show, don´t tell”, “esa historia, por más real que sea, hay que ficcionarla” o “el arte de escribir es reescribir”.

Ha pasado tanto tiempo, que me da coraje no poder recordar más frases. Leo las historias de otras personas que mantuvieron contacto y pienso en que me hubiera gustado ser parte de ese colectivo que ahora tiene un 'medley' de relatos variados.

 Yo solo tengo algunos sábados en un salón del Banco Gubernamental de Fomento (BGF) -cuando no sabía que eso era el Banco Gubernamental de Fomento- a las 9:00 de la mañana, hace casi diez años. 

Supongo que unos cuántos sábados de 9:00 de la mañana a 3:00 de la tarde durante varios meses fueron suficiente para que ahora sienta un vacío al pensar que Mediavilla ha dejado este lado.

 Pienso en Mediavilla y lo veo caminando, pausadamente, apoyado de su bastón mientras nos enseña -y a veces regaña- sobre cómo se debe narrar una historia. Veo mi libreta de hojas amarillas, llena de apuntes. Y a mi alrededor, un salón lleno de expertos en cine y actuación. “¿Yo debería estar aquí? ¿Tengo permiso tan siquiera para estar aquí?”, me cuestiono ese primer día de clases.

Hacen una pausa y cada quien va a hablar con sus grupos. Yo todavía no encajo. Me acerco a él, con el miedo de una típica prepa en el primer día de clases. “Yo… yo no tengo experiencia en esto. En nada”, le digo, casi sin poder encontrar las palabras, mientras le echo un vistazo al salón. Me dedica una sonrisa e inmediatamente, me contesta: “Pues mejor. Eres tierra fértil. Aprendes desde cero”. Con estas palabras que sirvieron como una medicina para calmar mi típica ansiedad, regreso a mi silla.

Además de cine, cada clase se convertía en una de filosofía. De discusiones sobre percepciones, de la psicología de los personajes, de la diferencia entre la creatividad y algo ya contado. Mediavilla iba uno por uno con ejercicios de escritura y nos ponía a practicar nuestros respectivos “pitches” de las historias para guiones.

 No recuerdo los míos ya. El sueño de dedicarme a esta industria quedó guardado en el mismo cajón de recuerdos que estos sábados. “Las películas no son para verse, son para sentirse”, decía. Quizás no recuerdo tantas otras frases; mis recuerdos sobre esos momentos son como una película interrumpida. Pero sí recuerdo lo que sentí, tan vívidamente como si hubiera sido ayer un sábado de mayo de 2011 pasadas las 9:00 de la mañana.

Mi respeto, abrazo y solidaridad por siempre a Rafy 1/2Villa y a todos sus allegados.

miércoles, 29 de abril de 2020

Pero hoy es miércoles


Día: suficientes días ya

Miércoles, 29 de abril


"What I want to write about today is the sea (...) it seems big enough to contain everything anyone could ever feel."
All the Light We Cannot See, Anthony Doeer (2014)

 Hoy parece sábado. Pero es miércoles. Hay gente en la carretera, pero en un tono relajado, no como con quien va tarde para el trabajo en un día regular de la semana. El vecino tiene la música a todo volumen, no logro distinguir quién canta, pero es género salsa.

 Más temprano, otro vecino estaba cortando la grama. Un día ocupado en el vecindario, como si fuera un sábado en un mundo libre de pandemia.

 En las tardes, un poco más de las 6:00 p.m., se escuchan las carcajadas de un grupo de jóvenes que vive no muy lejos a mi casa. Salen al balcón, de vez en cuando. Rara vez cruzamos vista. Pero coincidimos en ocasiones, de balcón a balcón. Mi compañía es mi perrita Nina y un libro. A veces nada.

Me gustan los atardeceres en mi calle, aunque no pueda distinguir mucho el sol. Pero sí veo las nubes rojizas y el reflejo de los rayos en los carros detenidos o los pocos que todavía, a esa hora, andan por ahí, en movimiento. A Nina parecen gustarles también. Mi parte favorita de esa hora es sentarme al otro extremo para verla a ella contemplar la distancia, posiblemente está viendo un gato.

Veo las montañas, y las montañas detrás de las montañas.
A veces observo el atardecer desde la parte de atrás de casa. No hay mucho que contemplar desde allí, solo postes gigantescos que alumbran el estacionamiento de los comercios que hay más arriba, en una loma.

De vez en cuando, se quedan encendidos más tiempo, entrada la noche, impidiéndome la vista a las estrellas. Pero cuando se apagan, la penumbra envuelve todo el lugar y por minutos -antes que mi vista se ajuste- siento que no existe nada más. Que solo somos las estrellas, la luna y yo. Y también Buster, otro perro mayor que tenemos. Se sienta pacientemente conmigo, en la oscuridad, velándome.

Estoy aquí, pero mi mente está divagando en otros recuerdos. En los viajes que he hecho, en los abrazos compartidos, en los caminos recorridos. Mi mente está en el último viaje que tuve a Nueva York.

En el metro repleto de gente, sin mascarillas ni guantes, en la estación 28th Street. En la mesera dulce y simpática de Little Italy que nos prometió visitaría Puerto Rico este verano. En Times Square en plena Navidad, con personas de diferentes nacionalidades, cruzando la calle.

Mi mente está con ellos, con mis amigos, cruzando el Brooklyn Bridge lleno de turistas sonriendo y tomándose fotos en cada equina.  O en los ciclistas apurados que sentí me llevarían enredada. Estoy frente al árbol de Navidad en Rockefeller Center. Estoy observando a la gente patinar y me siento en una típica película de vacaciones navideñas.

Estoy con mis 20 capas de abrigos y bufandas que no pegan porque no soporto el frío. "No puedo con tus combinaciones, Laura", me dice Génesis al soltar una carcajada. Estamos caminando todos juntos, sin distanciamiento físico de ese que ahora debemos guardar.

Estoy en Ámsterdam, Holanda. Estoy impresionada con los paisajes que veo desde la ventana en el autobús que nos pasea por la ciudad. La arquitectura, la estructura de los edificios… decido que me encantan.

Las personas aquí no son tan simpáticas, pienso. Pero son choques culturales: quizás no les caemos tampoco muy bien a ellos. Mi perspectiva cambia esa noche cuando acabamos en una barra y un hombre holandés mayor, desde el otro lado, nos pregunta -en español- si somos de Puerto Rico. “Sí”, decimos a unísono. Sonríe y levantamos nuestras bebidas. “Fui a San Juan hace tiempo”, comparte, al cabo de un rato.

Estoy subiendo unas escaleras en un metro de París, sin sospecha de que estoy tan cerca de ver la Torre Eiffel. Estoy en el barco que nos llevó a recorrer la ciudad parisina de noche. Estoy frente a la Catedral de Notre Dame y escucho el coro surreal cuya melodía ya no recuerdo, pero sé que deseé no olvidar nunca.

Estoy perdida, sin metros que tomar porque ya han cerrado todo -es pasada medianoche- pero no me importa. Estoy con mis compañeros de la universidad y todos estamos riendo mientras esperamos en una estación, rogando que la próxima guagua que llegue nos deje cerca del hotel en el que nos hospedamos. Pero nos damos cuenta que no es este, que tenemos que caminar para llegar a otra parada. “Estamos perdidos en París”, grito al grupo. Pero lo digo con más alegría que con frustración: estoy perdida en París. No en Guánica, buscando una ruta para una cobertura del trabajo. No cogiendo el Teodoro Moscoso por accidente por segunda o tercera ocasión -porque soy terrible en direcciones- estoy perdida en Francia. Y hay algo emocionante con eso, mucho más emocionante que desesperante.

 Estamos corriendo para no perder un tren en Brujas, Bélgica. Cuando llegamos, nos relajamos en nuestros asientos y reímos. En donde sea que estamos, Nadya, nuestra profesora de francés se asegura de que estemos todos. Nos observa mientras va contando mentalmente.

Caminamos una tarde en Londres, Inglaterra. Y los días que permanecemos allí, Londres le hace honor a la frase que la describe como “la ciudad gris”. No para de llover. Levanto mi cara y siento las gotas recorrer mi rostro mientras caminamos. Y sonrío.

Estoy bailando con un muchacho que apenas conozco en una calle de Cartagena, Colombia. Estoy con un grupo de periodistas latinoamericanos en nuestro primer día de clases sobre periodismo de investigación. Escucho la risa de Yaritza en la distancia, tan contagiosa. No ha culminado el día cuando ya todos la aman.

Estoy caminando y cantando con ellos. Estamos en el salón de clases y estoy enamorándome de los estilos de escritura periodística e investigativa que nos están enseñándome. También intercambiando sonrisas en la distancia con aquel muchacho que ahora conozco un poco más.

Estoy aprendiendo frases que utilizan en otros países y quisiera grabar estos momentos. Quisiera recordar cada sonido y tonalidad distinta que cada uno hace cuando habla, de acuerdo a su país de origen. Intercambiamos frases y también insultos populares. Los repetimos, como quien está comenzando a aprender una nueva lengua. Y es tan fascinante la variedad lingüística de un mismo idioma.

Estamos a punto de ir al aeropuerto, con lágrimas en nuestros ojos. Despidiéndonos y prometiéndonos visitar el país latinoamericano del que cada cual vino y ahora regresará. Incluyéndolo a él, que ya no es un extraño. “Nos volveremos a ver, Lau”, me dice, mientras me abraza.

Estoy en tantos lugares, sola y acompañada. Estoy en varios días de la semana, en realidades ajenas a huracanes, terremotos y pandemias. Con el mundo a través de mis ojos. Con lo que cuento y lo que callo.

Mi mente está en tantos lugares. Pero mi cuerpo sigue aquí, en el balcón, en un miércoles de abril de cuarentena.

 Resumen noticioso

> Dejemos algo claro: el coronavirus (Covid-19) no afecta a todos por “igual”. Muchos no tienen el privilegio de sentarse en sus balcones a recordar viajes. Muchos no tienen esa forma de “escape”, como la puedo tener yo en ocasiones porque he podido trabajar -hasta el momento- la mayor parte del tiempo -salvo cuando no hay de otra- desde la casa.

Es muy bonito ver que en otras partes del mundo, la gente canta y habla desde sus balcones. Pero esa NO es la realidad para otros. Además de los profesionales de la salud, personas en trabajos para proveer alimentos u otros servicios que no necesariamente son del área médica o alimenticia también se arriesgan y no tienen ese privilegio.

 Lo que tienen es, muchas veces, miedo de llegar a sus casas e infectar a sus familias.  Y algunos que trabajamos de forma remoto, sabemos que no todo el tiempo será así. Que tendremos que regresar, aún con las medidas de rigor, pero regresar. Regresar a una realidad donde el virus no dejará de pasearse por al menos un año y tendremos que convivir con eso.

Y hay otros que simplemente perdieron o perderán sus empleos por causa de la crisis. Son millones las personas las que se sumirán en la pobreza alrededor del mundo y se agudizará aún más en los países ya pobres de por sí. Este virus NO afecta a todos por igual. La desigualdad social se hace más evidente, se exacerba.

> Al menos el 40% de la población en el mundo NO tiene acceso a jabón y agua potable, según El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). ¿Cómo es posible esto? ¿Cómo, algo tan esencial, es un lujo para tantas personas? Es inhumano. Va en contra de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).

> En notas locales, la secretaria del Departamento del Trabajo, Briseida Torres pidió “paciencia” a los ciudadanos que han estado tratando de solicitar el desempleo en la página digital que -al menos hasta hace un rato- todavía no estaba funcionando. Pide paciencia a más de 40 días del toque de queda y cierre a miles de familias puertorriqueñas que no han devengado salario alguno.

Según la Real Academia Española (RAE) o el ahora llamado Diccionario de la Lengua Española, paciencia se define como “capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse”.

En otra búsqueda por internet, algunos sitios indican que la palabra viene del Latín, “patiens” (sufriente, sufrido), participio de pati, patior (sufrir).  Lo único que me pregunto: ¿cómo, a estas alturas, el gobierno espera que los ciudadanos continúen “soportando” eventos como estos “sin alterarse”? ¿Cómo?











jueves, 9 de abril de 2020

"Time is a slippery thing"


Día: ¿en serio, a qué día estamos?


Jueves, 9 de abril


"Time is a slippery thing: lose hold of it once, and its string might sail out of your hands forever." 


 All the Light We Cannot See, Anthony Doeer (2014)

Hace muchos años, en uno de mis primeros trabajos, una compañera me vio ansiosa y con ojos llorosos. Disimulé y continué haciendo mis tareas como si nada. Nadie lo notó, excepto ella. 

Recuerdo que se acercó a la caja donde me encontraba y me preguntó cómo estaba, pero no podía responder. No podía articular ninguna palabra porque si lo hacía, sabía que estallaría en llanto. Solo la miré y encogí mis hombros. Acto seguido, sacó un papel -como si fuese contrabando- y deslizó un bolígrafo en mi dirección, sin mirarme.


"Escribe tu nombre. Muchas veces. Es una técnica para bajar la ansiedad. Lo hago cuando me siento así y me ayuda a calmarme", me dijo, dulcemente. Y así lo hice. Firmé mi nombre en papel de recibo en blanco tantas veces que no recuerdo. Y entonces pude hablarle y continuar el resto del turno. 


Desde entonces, cuando me siento así, suelo buscar una hoja en blanco para llenarla de firmas hasta que finalmente me siento más tranquila. Supongo es una manera de estar en el llamado "mindfulnes", algo que definen como la capacidad de estar en el presente, concentrada solo en el presente. 


Tengo varias hojas con mis firmas de estos días en el escritorio. 


Resumen noticioso


> Hace más de una semana que no paso por aquí, y aunque tengo hojas firmadas para bajar la ansiedad, estoy bien. Mi corazón, pensamientos y energías van dirigida a aquellos que no tienen los mismos recursos, aquellos que han perdido algo o alguien estos días o aquellos que viven en países cuyos gobiernos no están tomando medidas suficientes para atender esta crisis.


> En varios países (en realidad todos, pero unos más que otros), el novel virus deja al descubierto la desigualdad y las comunidades marginadas. En Siria, por ejemplo, hay comunidades que sufren de cortes de agua y escasez de alimentos. Además, están tan unidas que eso del distanciamiento social o físico no existe, según reportan las Naciones Unidas. 


> Mientras, en Estados Unidos, las comunidades latinas o que no hablan inglés, están sufriendo más los estragos de la enfermedad. Las noticias en español pueden escasear en algunos lugares o los comunicados de alertas enviados por las autoridades, incluyendo la Casa Blanca, pueden tardar días en ser traducidos. Esto es alarmante. Para que tenga una idea, en Nueva York los hispanos constituyen el 34% de los muertos, y son el 29% de la población, según The Associated Press. Mucho de esto es debido a la falta de información en estas comunidades.


> Un amigo comentó que esto lo está viviendo su familia en Estados Unidos. Ellos no saben inglés, o al menos no entienden del todo, y las noticias en su estado no son en español. Él tuvo que buscarles información sobre lo que está pasando allí y la cantidad de personas afectadas. 


> El Departamento de Salud presentó en la tarde el panel de control digital que contabiliza las cifras oficiales, así como el comportamiento del virus, en la Isla. Lo único que alcanzo a entender de esta página es la letalidad, que alcanza el 5.9%, la cifra de muertes (40) y contagios confirmados (683). El resto... es un reguero de datos que necesitan ser organizados. Se tenía que decir y se dijo.

> Ya hay 1,587,209 personas que han sido infectadas en el mundo por el virus, 94,850 muertes y 353,291 que se han recuperado, según la Universidad Johns Hopkins.

> La amiga del relato, que me compartió su técnica para bajar la ansiedad, es enfermera: los héroes del momento, junto al resto del personal médico.💙










lunes, 30 de marzo de 2020

"Solo vine por el café"


Día: me da igual de la cuarentena

Lunes, 30 de marzo


"Mis hijos, todos están en Estados Unidos", me dice Miguel, un hombre mayor que va detrás de mí en la fila para hacer compras. Es la primera vez que salgo a hacer una compra en una megatienda desde que se implementó el cierre y toque de queda.

Conservamos el espacio -todos lo conservan en la fila- mientras vamos avanzando para poder entrar. Y si se nos olvida conservar esos seis pies de distancia, hay una guardia que se encarga de dejarlo saber cada cierto tiempo mientras mantiene el orden en el estacionamiento en donde nos encontramos.

Esta no es la primera parada de don Miguel, ni la última, en el día. "Tengo que ir a pagar el teléfono, ya fui al banco y otras diligencias", comparte.

"Pero, ¿no puede hacer eso llamando? O con el banco, ¿por servicarro? Para que evite exponerse tanto", le sugiero.

Don Miguel observa el estacionamiento, como dirigiendo su mirada a un lugar distante, antes de contestar. Y entonces mueve la cabeza en negación. "No, yo soy 'old fashioned'", responde.

Estamos a punto de entrar ya. Y en los pocos minutos que compartimos, en la distancia, me habla de sus hijos y de que no le gusta enfocarse mucho en las noticias negativas. También confiesa que solo está haciendo esa fila por café. "Solo vine por el café. Es mi vicio", me dice, con un tono un poco culpable.

Por fin entramos y cada quien sigue por los respectivos pasillos. No sin antes decirme, en tono paternal: "Mucho gusto, Laura. Que estés bien. Cuídate". Y así, don Miguel, sin guantes ni mascarilla, se marcha a buscar café.

Que esté bien, don Miguel, que esté bien, pienso y pienso mientras procedo a lo mío.

Resumen noticioso


> La cifra de contagiados por coronavirus (Covid-19) a nivel mundial es de 784,341, de muertes 37,638 y de recuperados 165, 288. 

En Puerto Rico suman 174 casos positivos a Covid-19 y siete muertes. Me gustaría que se destaquen aquellos que se han ido recuperando también, solo se ha sabido poco de ese otro lado.

> Mañana comienza un toque de queda más riguroso, empezando esta vez desde las 7 p.m. hasta las 5. a.m. Y los carros con tablilla par pueden: ir a Little Ceasar's salir los lunes, miércoles y viernes. Los que tiene tablilla impar: martes, jueves y sábados. Los domingos se supone que no sale nadie, a no ser que sea una emergencia.  Y no, no hay días asignados para los que tengan caballos. Bájenle.

>  Una de mis partes favoritas de la cuarentena es poder ver a mami hablar con las flores y otras matitas que no sé que son plantas que ha sembrado. 

> También las inesperadas reuniones familiares en las que mi hermano menor y Nina están presentes. 

> Darme cuenta que en realidad no hay distanciamiento social, sino físico (por una etapa). Los amigos siguen ahí. Las conversaciones por distintas plataformas también. Y los chistes tampoco faltan.

> En otras noticias: Tom Hanks y Rita Wilson están bien, en su casa. 

> Y hay muchas buenas noticias en distintas redes, pero esta en particular (que me compartieron hoy) me encanta: Some Good News. Es con uno de mis actores favoritos, de una de mis series favoritas: John Krasinski, mejor conocido como Jim Halpert en The Office. **insertando intro de The Office aquí**


















martes, 24 de marzo de 2020

Día 11| Nostalgia

Día 11 ¿11? 😐

Martes, 24 de marzo


"When is it day and when is it night? Time seems better measured by flashes."
-  All the Light We Cannot See, Anthony Doeer (2014)

Siento mis pies sumirse en la arena con cada paso que doy. Es pasado mediodía, ni tan temprano ni tan tarde. El clima es bueno. La brisa es suave. El sol es brillante. Sonrío.

El mar frente a mí parece una foto sacada de revista. Tan azul, tan verde, tan claro. Me siento en la silla de playa por unos minutos, pero ya me puedo ver caminando hacia el agua. Y lo hago. Lo hago con una nostalgia premonitoria.  Escucho risas y veo niños jugando con la arena. 

Otros están haciendo 'snorkeling' y un grupo de turistas está trepado en unas rocas a la extrema derecha. Hay un partido de voleibol al que no le hago demasiado caso y hay dos perros corriendo que captan mi atención inmediatamente. 

Pienso en lo que está pasando. Y en lo fácil que es desconectarme de todo eso cuando mi mirada se fija en el mar. Siento el agua, escucho las olas y respiro. Este momento es solo mío. Me inclino hacia atrás y me entrego por unos segundos al vaivén de las olas. 

Es algún sábado de febrero, cuando todavía el coronavirus (Covid-19) no era pandemia. Estoy en mi cuarto ahora mismo mientras escribo, pero mi mente está en ese preciso recuerdo, en esa precisa playa- ahora vacía (como debe estarlo).

Y aunque todo transcurre con relativa calma de este lado, la nostalgia es inevitable de vez en cuando.

"Espero poder levantarme un día y ver que ya encontraron la cura para el Covid-19", me escribió un amigo estos días.

Esperamos eso. Todos lo esperamos. A veces es todo lo que podemos hacer: esperar.


Resumen noticioso


> Me uno al aplauso mundial a todos esos profesionales de la saludo, doctoras y doctores, enfermeras y enfermeros -entre muchas otras profesiones nobles en este campo- que dan la vida por atender a los contagiados.

> Al momento que escribo esto tenemos: 422,915 personas contagiadas, 18,914 que han fallecido y 108,114 que se han recuperado, según la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.

> El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, espera reabrir el gobierno y estar "en acción" para la Semana Santa. Eso es en menos de tres semanas. Mientras, ahora mismo en Estados Unidos se han contagiado 55,148 personas.  Déjame ver si consigo al gerente de Covid-19 para decirle que para esa fecha se deben haber ido sus agentes porque Trump quiere que los negocios y todo eso abra. Espero me conteste pronto. Me estaré comunicando con la Casa Blanca. Los mantengo al tanto.

> Ya sabemos de Tom Hanks y Rita Wilson: están recuperándose en su casita. Abrazo solidario de parte de una fan cuya existencia nunca sabrán.

La búsqueda de respiradores y otros suministros médicos a nivel mundial sigue siendo la orden del día. El terror de los doctores, según me comentó durante una entrevista, es llegar al punto de no tener respiradores porque el sistema está saturado de pacientes. Quédate en tu casa, carajo.












viernes, 20 de marzo de 2020

Día 7| Hoy no

Viernes, 20 de marzo / Madrugada de sábado, 21 de marzo

Día 7 



Hoy no me gustan las estadísticas de la Escuela de Medicina de Johns Hopkins. Hoy no. Hoy ya no me interesa que el mapa sea interactivo, de muchos colores y muy organizado. Hoy prefiero que sea otro que no diga que son 11,397 personas las que han fallecido por coronavirus.

Hoy prefiero a la Organización Mundial de la Salud (OMS), o las de otros portales que he visto, cuya cantidad es menor a 10,000. Hoy no quiero pensar que van aumentando las cifras.

Pero van aumentando las cifras.

Hoy quiero enfocarme en China, que lleva tres días consecutivos sin reportar nuevos casos. Quiero enfocarme en la cantidad de personas recuperadas en todo el mundo (más de 88,000). Pero entonces, la cifra de las muertes de Italia y los vídeos de personas conectados a respiradores en hospitales de España me desploman. 

No quiero pensar en los estudios que proyectan a todo Estados Unidos sumido en una crisis de salubridad para julio de no tomarse medidas severas. No quiero pensar en eso. Pero lo pienso cuando me levanto, lo pienso cuando estoy en el balcón mirando a mi madre, lo pienso cuando veo a mi padre caminar por el pasillo y lo pienso cada vez que me toca guiar para el supermercado.

"¿Y si... esto es? ¿Y si todo acaba con eso?", dice mi madre, pasadas las 3:00 de la tarde, sentada en el balcón. "No, mami, ¿qué dices? No", le digo. Pero cuando le digo esto, estoy tratando de convencerme. 

Horneamos galletas, nos sentamos a hablar, vemos vídeos de cursos sobre arte y hablamos de la situación. Hablamos de mi tía, encerrada en su hogar y las medidas estrictas que ha tomado el complejo en donde vive. Hablamos de lo que pasa y de lo que no tiene que ver con lo que pasa.

Dejo las portadas de los periódicos sobre la mesa de la sala. He leído noticias, pero hoy, en mi día libre, quiero un descanso. Un descanso que es casi imposible.

Dejo el celular por unas horas. Y cuando regreso, ya hay 14 casos confirmados en Puerto Rico. Y demasiadas pruebas por hacerse.

Mami está sentada en la sala, viendo enlaces sobre países que le gustaría visitar. "Groenlandia", me dice, con una sonrisa. "Hay esperanza después de esto", me dice. Pero no quiero escuchar ofertas de viaje, le digo. "Me hace bien ver esto, Laura. Es como pensar en que pasaremos esto", me contesta.

La alerta del gobierno de Wanda Vázquez llega más temprano hoy. Y vuelve a sonar pasadas las 9:00 de la noche también. "Joder", digo, mientras abro la nevera y escucho la alarma sonar desde la sala. Es un recuerdo de la realidad. 

Hoy me siento triste. Pero quiero pensar en que sí, hay esperanza.


Resumen noticioso


> Ya hablé de las cifras al principio, no quiero repetirlas. Pero sí puedo repetir: 88,256 personas recuperadas en todo el mundo, según Johns Hopkins y su mapa colorido.

> Wuhan, China, no reportó nuevos casos por tres días consecutivos. 

> ¿Alguien sabe cómo sigue Tom Hanks y Rita Wilson?

> Fun fact: fui homeschooler casi toda mi vida. Mi entrenamiento en casa me sirve para este momento en que permanezco la mayor parte de tiempo en casa. Win, win. (Un saludo a todos los que me han preguntado si mi prom fue en mi marquesina [y no, no fue en la marquesina😑.  Fue en Rincón, junto con otros 15 homeschoolers])

> El administrador de Vivienda Pública, William Rodríguez, anunció ayer el cierre definitivo de todos los refugios administrados por el Departamento de la Vivienda habilitados luego de los terremotos en el área sur de Puerto Rico. Esto, luego de la movilización a un hogar seguro de la última familia refugiada en Peñuelas,

> Wanda Vázquez está evaluando si extenderá el toque de queda.

> El Senado tiene ante su consideración una medida cameral que busca que las pruebas, el tratamiento y las hospitalizaciones por coronavirus sean gratuitas para los pacientes.

> La distancia me ha llevado a compartir otras cosas con amistades a través de plataformas con Zoom o Facebook. Por ejemplo, sesiones de ejercicios (tratamos Insanity pero como que no...) y películas. 💙 (Before Sunrise es de los mejores filmes de drama que he visto).

> ¿Cómo sigue tu cuarentena?

























martes, 17 de marzo de 2020

Día 4| ¿Cómo va tu cuarentena?






Martes, 17 de marzo 

Día 4

"Cada vez que se me derrumbaba el ánimo, ocurría algo que me hacía renacer mi esperanza".

- Gabriel García Márquez, Relato de un náufrago (1955)


Toco el timbre de la puerta de la farmacia, esperando escuchar el "beep". Siempre abren rápido. Pero esta vez no, y sé que el muchacho en la caja, con mascarilla y guantes, me vio hace rato. Espero pacientemente. 

Miro mis manos. Yo también tengo guantes. La primera vez usándolos desde que declararon pandemia y desde el cierre del gobierno. Se siente raro, pero no soy la única en la calle con algún tipo de protección. Repaso lo que he tocado con mis manos: tarjeta de ATH, celular, bolsillo. Todo lo que debo desinfectar cuando me quite los guantes. Creo que mi nivel de paranoia va aumentando a medida que pasan los días.

Finalmente, el muchacho me ve. Estoy lista para decirle "buenos días", pero antes de que pueda abrir la boca, me dice: "Dame un momentito, dama". Miro alrededor y veo al interior: están controlando las personas que entran y salen de la farmacia para evitar masas. Una buena, muy buena, iniciativa.

Vuelvo a esperar. Y una fila detrás de mí se va formando. Me recuerda a los tiempos del huracán María, en 2017, cuando controlaban la entrada de las personas a lugares como estos. La razón: tener un mejor manejo y distribución del inventario. Esta vez no es eso. 

En esta ocasión, el objetivo es controlar el contagio masivo de un monstruo silente que anda rondando hace tiempo por ahí.

Resumen noticioso

> La cifra de casos contagiados en Puerto Rico permanece en cinco. No obstante, hay 19 casos sospechosos pendientes para realizar análisis del coronavirus (Covid-19).

> La Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) no tiene en planes una moratoria en el pago de la luz. La única determinación de la agencia hasta el momento es no cortarle el servicio de luz a sus abonados. Mientras, la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) retrasará hasta 45 días el tiempo que hay para pagar la factura del agua. 

> Joe Biden ganó las primarias demócratas presidenciales en Florida e Illinois.

> La Guardia Nacional comenzó hoy a hacer el análisis y cotejo de pasajeros que llegan a la Isla en aras de aguantar la propagación del virus. Comenzaron en el Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín. 

> No tengo updates de Tom Hanks, Rita Wilson e Idris Elba (el hombre más sexy del mundo en 2018 según la revista People). Espero que estén bien.

> Parece que hay un fast-pass para que las celebridades se hagan las pruebas. 

> Las cifras de contagiados, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se mantienen en 184,976 y de muertes en 7,529. Mientras, que la Universidad Johns Hopkins, las cifras por contagiados y muertes son de 197,785 y 7, 905, respectivamente. Hopkins es el único que ofrece en su mapa el número de los recuperados: 80,845. Creo que me gusta más el portal de esta universidad solo por eso. Además, es más colorido y llamativo. Los colores del de la OMS son un poco -muy- aburridos.

> Los líderes de la Unión Europea acordaron prohibir el ingreso de extranjeros al bloque de 27 países durante 30 días para desalentar la propagación del virus.

> La alarma de toque de queda llegó pasadas las 9:30p.m. esta vez, no a las 8:15. Alguien programó mal algo hoy...

> Descubrí la banda estadounidense de punk irlandés Dropkick Murphy's y monté un concierto en mi cuarto.

> El cantante principal -cuyo nombre no sé- dijo, en medio del streaming en vivo: "We are all in this together (estamos todos juntos en esto)".

 Sí, estamos todos juntos en estar solos. ¡Cuán terroríficamente hermoso es eso! No siento tanto esto como aislamiento social, al final del día. Estamos conectados entre balcones, chistes, preocupaciones e ilusiones a través de la tecnología.

"We are all in this together".

























lunes, 16 de marzo de 2020

Día 3 | Seguimos





Lunes, 17 de marzo

Hoy no hay frase.

Día 3

A veces pienso que estoy en una película. Es tan surreal ver las noticias y ver que esto le está pasando a -literalmente- media humanidad. Y más surreal ver las calles vacías en pleno comienzo de semana.

Resumen noticioso

> La gobernadora Wanda Vázquez ya advirtió que impondría medidas más estrictas para aquellos que nos sigan la orden de toque de queda y cuarentena, tales como cerrar gasolineras o lugares de comida. Lo que me hace pensar que debería buscar más suministros de Coca-Colas, chocolates y otros snacks.

> Por otro lado, hoy probaron la primera vacuna contra el coronavirus en Estados Unidos. Es un proyecto experimental, con 45 personas, en Seattle. Aunque funcione, los expertos dijeron que tardaría de 12 a 18 meses poder desarrollar y administrar a gran escala una vacuna como esta. Pero bueno, es un paso en la ciencia y en el caos que estamos viviendo.

> De otra parte, en su mensaje sobre actualización del virus, Trump advirtió que la pandemia podría enviar a la economía de Estados Unidos a una recesión. Hasta hoy, habían 1,678 casos reportados, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En el mundo, 168, 019. Pero las cifras de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins dicen que son 182,406. La diferencia es mucha. Expertos en esta entidad tendrán una videoconferencia hoy; un buen chance para preguntarles sobre esto -entre otros asuntos.

> No dejo de pensar en los deambulantes. ¿Qué se está haciendo con ellos en medio de esta propagación? Hoy lo preguntaron en conferencia de prensa, pero me parece que no dieron una respuesta certera,

> Al actor Idris Elba, el hombre más sexy del mundo según la revista People (y top en mi lista) le hicieron la prueba del coronavirus: arrojó positivo. El hombre más sexy del mundo en 2018 tiene coronavirus.

> Tom Hanks y Rita Wilson están en cuarentena desde su casa, con coronavirus.

> Encontré un pote de desinfectante dentro de una gaveta del escritorio donde trabajo. Nunca pensé que me iba a emocionar tanto por encontrar un pote de desinfectante que había estado ignorando anteriormente. Las prioridades cambian.



> La alarma del gobierno anunciando el toque de queda y el cierre cada día da más miedo.

>Estadounidenses comenzaron a comprar pistolas por "miedo" a que la gente se desespere por la pandemia, según reportes de la prensa. Uhm...


> Nina (mi perrita) ha recibido todos los abrazos que llevo acumulando en estos días de aislamiento
social.










domingo, 15 de marzo de 2020

Día 2| "Todos a casa"

[Ilustración de autxr desconocido. ¡Si sabes de quién es, dime!]

Domingo, 15 de marzo
Día 2
[de cuarentena, día 1 de toque e queda]

“There is something about the night...it’s smaller.
It lets you think”. 

“Hoy es domingo de chinchorreo. Vamos a vacilar”, dice un joven, que no logro divisar, en micrófono. Estoy parada en fila, esperando a comprar almuerzo para mi familia, en un negocio cercano a casa.

Puedo contar a decenas de motociclistas, saludándose, compartiendo y tomando este día como cualquier otro en el calendario. Pero no es cualquier día en el calendario del mundo.

 El conteo de contagiados en el mundo hoy ya asciende a 153,648, según la Organización Mundial para la Salud (OMS). Y en Puerto Rico ya hay
cinco casos confirmados.

Más temprano en el día, la gobernadora Wanda Vázquez decretó un toque de queda y cierre de comercios que comenzó hoy (o ayer, si me lees lunes, 16 de marzo).

La orden excluye a personas que se dediquen a ofrecer servicios esenciales como doctores, enfermeros, suplidores y a -entre otros -miembros de la prensa.

Sobre este último, tengo sentimientos encontrados. He estado en coberturas para reportar en tiempos de huracán, terremotos, protestas y he estado en paz -dentro de las respectivas circunstancias- con eso. Me vivo lo que hago y me encanta. Me gusta escribir, estar en la acción cuando me asignan y conocer las historias. Y no pensaría en hacer otra cosa que no fuera esta.

Pero esta vez es distinto y ahora entiendo por qué: si algo me pasa en coberturas huracanadas, sísmicas o manifestaciones, la afectada soy yo. Yo recibiría el impacto directo y yo sería la responsable de velar por mi seguridad. Solamente yo.

 Con el coronavirus (Covid-19), los muñequitos cambian. No se trata solamente de mi salud, se trata de la salud de los que me esperan en casa. Eso sí puede aterrarnos a los que somos parte de llevar estos servicios esenciales, como lo es lo médico, la comida y, en este caso, la información.

No debe haber peor incertidumbre ahora mismo que salir a la calle a hacer lo que se supone eres llamada-o a hacer sin saber si en el camino agarraste algo y ahora lo llevarás a otros más vulnerables.

Eso es lo que experimentan los profesionales de la salud, los de la seguridad, los que llevan comida o suplen otro servicio importante y los que reportan todo eso que está pasando. Mi completo respeto a esas personas, especialmente a los del campo de la salud, que están al frente de la batalla.

Cierre total

 Mi celular -así como los del resto de la ciudadanía- recibió dos alertas históricas: una a las 4:00 p.m. y otra a las 8:15 p.m. con el siguiente mensaje:

“Gobernadora decreta CIERRE TOTAL en PR desde las 9PM-TODOS A CASA. CURFEW UN PLACE-9PM-NMEAD”.

Di un salto la primera vez que escuché la estruendosa alarma. Posiblemente no fui la única con esa reacción.

 “Uy, ese sonido...esa alarma es como en las películas de desastres y miedo”, me dice una compañera en la oficina. Le sonrío y apago la alarma.

 Es el debate presidencial demócrata entre Joe Biden y Bernie Sanders. Y aunque enciendo la televisión y estoy pendiente, las redes sociales y los medios de comunicación no parecen demostrar demasiada atención. Al menos 8 de cada 10 alertas noticiosas tienen que ver con el coronavirus.

Las calles pasadas las 10:00 de la noche están -como debería ser- desiertas.

Muchos aplauden que se haya decretado este cierre tan temprano, con pocos casos confirmados. A esa esperanza nos aferramos todos.

El camino a casa se hace más corto. Y las palabras de uno de mis compañeros del trabajo al despedirme retumban en mi mente.

“Esto va a pasar, Laura. Como lo demás, todo pasa”.  Y a esta frase, se aferra el mundo.

P.D. No dejan de impresionarme los vídeos de personas tocando instrumentos desde sus balcones mientras pasan la cuarentena en sus respectivos países.


sábado, 14 de marzo de 2020

Día 1 | Crónicas de una cuarentena anunciada



Cuarentena- aislamiento preventivo a que se somete durante un período de tiempo, por razones sanitarias, a personas o animales. 

Sábado, 14 de marzo

Día 1 

"Siempre se está solo
pero a veces,
se está más solo".
 -Idea Vilariño


Pensar que no iba a llegar a este lado del mundo- esta isla- era como creer que la luna es de queso o que lloverá del suelo hacia arriba algún día. Se sabía que llegaría, la pregunta era: ¿cuándo?

Escuché por primera vez de esta cepa del virus un viernes de enero en la noche. “Monta esta página, es de un virus en China. Algo lejano ahora mismo”, me dijo uno de mis editores jefe.

No le presté mucha atención. Creo que muchos no le prestamos demasiada atención cuando comenzó. En gran parte porque teníamos algo más cercano de lo que preocuparnos: los terremotos en el suroeste al comenzar el año (algo que todavía, de hecho, continúa siendo una emergencia para cientos de familias sin hogar).

Y entonces comienza la preocupación, la verdadera e inequívoca preocupación. 

 "La ventaja que tenemos nosotros es que aquí no se reciben vuelos internacionales de China", dijo Rafael Rodríguez Mercado, entonces secretario del Departamento de Salud en Puerto Rico, cuando se le preguntó por el asunto.

Ya tenemos al menos cuatro casos confirmados.

El reto de mantenerse conectado 

Trabajo en un medio de comunicación, por lo que las conferencias, los “breaking news” y las noticias en general son mi adicción. Eso, junto al chocolate y las Coca-Colas. 

Estoy al tanto de los casos que se van propagando y la incertidumbre que esto genera. Es nuestro deber informar pero, al mismo tiempo, tratar de mantener la serenidad.

 Constantemente verifico las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. Según el mapa interactivo de la OMS, hoy -14 de marzo- son 144,649 casos confirmados y 5,393 muertes. El mapa de Johns Hopkins señala que son 155,423 los contagiados, 5,802 los que han fallecido y 72,570 personas que se han recuperado.

En el mapa ya se ve a Puerto Rico. 


Suspendieron las clases presenciales en los recintos universitarios, escuelas públicas y otros trabajos. Al menos hasta fin de mes. Opté por apagar las notificaciones un rato. No duraré mucho porque, después de todo, debo estar conectada a esta información.

Los memes y los videos haciendo alusión de manera jocosa a lo que estamos viviendo creo que nos mantiene en la carrera por un tiempo más sin perder la calma. Del todo.

Pero la tensión se siente. Y se mezcla con otras tensiones que ya vienen socavando desde mucho antes del virus.

¿Qué cosas tienes pendientes de ese lado, mientras lees? ¿Qué es lo más que te preocupa ahora mismo? ¿Hay algo que te quita el sueño? A mí me preocupan muchas cosas. No solamente ir a las góndolas de un supermercado y verlas vacías (¡¿por qué se están llevando demasiados rollos de papel de baño?! Yizzz). 

Me preocupa el sentido común o más bien, el no sentido común que podamos tener. La inacción o desorganización. Me preocupa que eso nos lleve a afectar a los más vulnerables; a los mayores, a los que tienen condiciones ya.

 Me preocupa que esto nos lleve al borde de un abismo del cual no podamos salir o sea demasiado tarde para tomar acción porque “no había vuelos directos desde China”, porque un jangueo en la Placita era más importante que guardar distancia en momentos de emergencia global o porque se le denegó la administración de una prueba Covid-19 a un paciente que eventualmente -a insistencias- a arrojó positivo a la enfermedad.  Una enfermedad que posiblemente ya comenzó a pasearse por nuestras calles hace tiempo.

El reloj ya comenzó a correr. La bola está de este lado de la cancha. No hay demasiado tiempo para regodearnos a pensar qué podemos hacer o dejar eso para después.

Porque la tensión se siente. Y se mezcla con otras tensiones que ya vienen socavando desde mucho antes del virus.

jueves, 30 de enero de 2020

Una de esas noches de enero




Sentí cada gota fría de lluvia que bajaba por mi rostro. Era casi una cascada. Pero ya a este punto de la noche, no tenía frío.

La adrenalina, y el ruido cancelaron mi incomodidad física de estar apretada en medio de un mar de gente desconocida.

 Los hilos gruesos de agua descendían, también, por la gigantesca bandera de Puerto Rico colgando entre los edificios de la calle. Estaba frente al símbolo de guillotina llevado hasta la Calle Fortaleza.

 No podía moverme, no tenía cómo salir o ir más allá de donde estaba. Mi visión era borrosa. No tenía los espejuelos puestos. ¿Y cómo podría ver mejor con ellos si la lluvia seguía empañando los cristales? Decidí quedarme así. Lo único que podía hacer, en esos minutos, era observar, escuchar y sentir el momento.

 Ya Residente -René Pérez- había pronunciado algunas palabras. La luz tenue y el reflejo de los colores azules y rojos de la monoestrellada hacían, desde la perspectiva en donde estaba, la noche un tanto surreal. Medio año antes, muchos vivíamos un escenario similar en esta calle. La exigencia de renuncias a líderes del gobierno eran la orden del día en julio -específicamente al entonces gobernador Ricardo Rosselló. Era historia. Fue historia. 

Pero esta noche, entre luces, tambores, guillotina simbólica y la incesante lluvia, lo que sentí era distinto. No estaba de vuelta al verano pasado. Estaba presente, en uno de los meses más extraños y cargados que ha tenido el país donde vivo. Donde, actualmente, existo. Respiro.

 Era una reportera más. Y mis palabras se perdían entre el resto de los periódicos o noticieros en esos momentos. Pero, de todas formas, escribir e informar lo que estaba pasando -aun si eso se perdía por unos instantes- era mi forma de catarsis. Siempre ha sido así para mí: ver la escritura como un acto de análisis y reflexión. En el caso de objetivos periodísticos: informar. En casos como estos, como ahora en este escrito, de liberación. Escribir es mi forma de entender el mundo. 

 Esa noche traté de observar -con la visión borrosa de alguien con miopía y astigmatismo- todo lo que ocurría a mi alrededor. Las banderas monoestrelladas, las pancartas con mensajes alusivos al coraje de ciudadanos con el gobierno y las expresiones de coraje con los suministros sin repartir a los afectados por terremotos en el suroeste.

 Enero comenzó de una forma muy ocupada. Tan ocupada, que a veces pienso que muchos no hemos tenido tiempo de sentarse a repasar todo lo que ha estado pasando. Muchos ahora piensan en los terremotos. Hay tantas personas viviendo al aire libre, sin saber día u hora, por la devastación de estos eventos que continúan teniendo sus réplicas, abonando a la incertidumbre. Y ahora intercambios e irregularidades en el gobierno ante esta emergencia.

 Pero enero comenzó de una forma muy ocupada. Cierro los ojos y recuerdo el mal sabor de abrirlos ese 1ro a unas alertas en el celular indicándome la masacre familiar en Trujillo Alto. ¿Cómo está el joven que sobrevivió a ella? ¿Cómo podría estarlo, sabiendo que pocas horas después de despedir el año le mataron -por venganza- a toda su familia? ¿Cómo están durmiendo las familias en el sur, con campamentos inundados ante tanta lluvia de estos días?

¿Cómo está la familia de la pareja de ancianos que, en un día normal de diligencias, la guagua en la que se encontraban se aceleró y cayó a un lago, muriendo ambos ahogados? ¿Y la familia del joven que se suicidó por depresión? ¿Y los demás que han decidido terminar con su vida? ¿Cómo están los padres de varios jóvenes que mataron en Ponce?

 Enero comenzó de una forma tan ocupada. Quizás siempre ha sido así. Quizás la crueldad, al unirse con los eventos naturales -como los terremotos- y los sociales -como las luchas contra injusticias- le da una iluminación distinta, que parece tan surreal como el reflejo de los colores de la bandera en la Calle Fortaleza mientras llueve.

 Tan surreal como los propios manifestantes -¿o enviados?- rompiendo cristales o persiguiendo con bates a miembros de la prensa esa noche. Tan surreal como las burlas de varios policías desde el otro lado del portón en el cual se manifestaban.

 Quizás enero no comenzó tan ocupado. Quizás nuestra volátil, explosiva y frágil existencia, con los cambios de la naturaleza, hacen parecer todo más intenso. Tan capaces de ayudar y tan capaces de destruir. Tan capaces de contar la verdad y tan capaces de mentir. Tan capaces de llevar vida y tan capaces asesinar. ¡Cuán hermoso y aterrador puede ser vivir en estas circunstancias! Un temblor de tierra parecería poco ante lo que nos hace humanos, ante la profunda contradicción que a veces llevamos dentro.

 Esa noche divagué en pensamientos tan coherentes como incoherentes. El gas lacrimógeno llegó hasta donde estaba, no tan intenso, pero me alcanzó. Caminamos tanto, que recorrer el Viejo San Juan se sintió como varios maratones.

 Al llegar a casa, casi no podía escuchar nada. Solo el tambor y los estribillos entonados de esa tarde y noche, que seguían en mi mente. Mi vista se perdió en la oscuridad de mi cuarto antes de poder conciliar, finalmente, el sueño. Interrogué al mundo en silencio. Y así mismo, como una ola que va y viene, me arrastró el sueño.

 No es enero el ocupado. Es la raza humana. Con todos los infortunios, los accidentados y los hechos adrede. Las acciones de la naturaleza exacerban más lo que sentimos, perdemos o ganamos. Pero somos nosotros los ocupados. Cambien de día, mes o año. Nosotros siempre seremos los ocupados, no los nombres indicándonos fechas en un calendario.

De vuelta al 2011

No había pensado en él estos años. Solo recordaba, de mil en cien, algunas cosas o eventos relacionados a la clase de guiones. Mayormente, p...