domingo, 15 de marzo de 2020

Día 2| "Todos a casa"

[Ilustración de autxr desconocido. ¡Si sabes de quién es, dime!]

Domingo, 15 de marzo
Día 2
[de cuarentena, día 1 de toque e queda]

“There is something about the night...it’s smaller.
It lets you think”. 

“Hoy es domingo de chinchorreo. Vamos a vacilar”, dice un joven, que no logro divisar, en micrófono. Estoy parada en fila, esperando a comprar almuerzo para mi familia, en un negocio cercano a casa.

Puedo contar a decenas de motociclistas, saludándose, compartiendo y tomando este día como cualquier otro en el calendario. Pero no es cualquier día en el calendario del mundo.

 El conteo de contagiados en el mundo hoy ya asciende a 153,648, según la Organización Mundial para la Salud (OMS). Y en Puerto Rico ya hay
cinco casos confirmados.

Más temprano en el día, la gobernadora Wanda Vázquez decretó un toque de queda y cierre de comercios que comenzó hoy (o ayer, si me lees lunes, 16 de marzo).

La orden excluye a personas que se dediquen a ofrecer servicios esenciales como doctores, enfermeros, suplidores y a -entre otros -miembros de la prensa.

Sobre este último, tengo sentimientos encontrados. He estado en coberturas para reportar en tiempos de huracán, terremotos, protestas y he estado en paz -dentro de las respectivas circunstancias- con eso. Me vivo lo que hago y me encanta. Me gusta escribir, estar en la acción cuando me asignan y conocer las historias. Y no pensaría en hacer otra cosa que no fuera esta.

Pero esta vez es distinto y ahora entiendo por qué: si algo me pasa en coberturas huracanadas, sísmicas o manifestaciones, la afectada soy yo. Yo recibiría el impacto directo y yo sería la responsable de velar por mi seguridad. Solamente yo.

 Con el coronavirus (Covid-19), los muñequitos cambian. No se trata solamente de mi salud, se trata de la salud de los que me esperan en casa. Eso sí puede aterrarnos a los que somos parte de llevar estos servicios esenciales, como lo es lo médico, la comida y, en este caso, la información.

No debe haber peor incertidumbre ahora mismo que salir a la calle a hacer lo que se supone eres llamada-o a hacer sin saber si en el camino agarraste algo y ahora lo llevarás a otros más vulnerables.

Eso es lo que experimentan los profesionales de la salud, los de la seguridad, los que llevan comida o suplen otro servicio importante y los que reportan todo eso que está pasando. Mi completo respeto a esas personas, especialmente a los del campo de la salud, que están al frente de la batalla.

Cierre total

 Mi celular -así como los del resto de la ciudadanía- recibió dos alertas históricas: una a las 4:00 p.m. y otra a las 8:15 p.m. con el siguiente mensaje:

“Gobernadora decreta CIERRE TOTAL en PR desde las 9PM-TODOS A CASA. CURFEW UN PLACE-9PM-NMEAD”.

Di un salto la primera vez que escuché la estruendosa alarma. Posiblemente no fui la única con esa reacción.

 “Uy, ese sonido...esa alarma es como en las películas de desastres y miedo”, me dice una compañera en la oficina. Le sonrío y apago la alarma.

 Es el debate presidencial demócrata entre Joe Biden y Bernie Sanders. Y aunque enciendo la televisión y estoy pendiente, las redes sociales y los medios de comunicación no parecen demostrar demasiada atención. Al menos 8 de cada 10 alertas noticiosas tienen que ver con el coronavirus.

Las calles pasadas las 10:00 de la noche están -como debería ser- desiertas.

Muchos aplauden que se haya decretado este cierre tan temprano, con pocos casos confirmados. A esa esperanza nos aferramos todos.

El camino a casa se hace más corto. Y las palabras de uno de mis compañeros del trabajo al despedirme retumban en mi mente.

“Esto va a pasar, Laura. Como lo demás, todo pasa”.  Y a esta frase, se aferra el mundo.

P.D. No dejan de impresionarme los vídeos de personas tocando instrumentos desde sus balcones mientras pasan la cuarentena en sus respectivos países.


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