| 2:00 a.m. |
Bajo los cristales del carro y dejo que la brisa acaricie mi cara. Son pasadas las 2:00 de la madrugada.
Veo neblina en la autopista que pronto envuelve mi auto. Hay algo mágico en las madrugadas de noviembre.
La salida de dos hora que tuve (un sábado, para llenar los espacios vacíos) termina siendo secundaria a los 20 minutos mágicos en el trayecto de regreso a casa.
Extiendo mi mano izquierda y la dejo que dance en el aire mientras avanzo en el expreso.
De vez en cuando, echo un vistazo afuera. Puedo contar las estrellas visibles a esta hora.
Estos 20 minutos compensan mi solitario y confuso sábado. Sonrío. No tengo nada más, que sonreír.
miércoles, 20 de noviembre de 2019
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