domingo, 26 de febrero de 2017

Nacimiento de un Nuevo Mundo


01.15.17| Crónica: "Nacimiento de un Nuevo Mundo" Cuando me invitaron a ver la “estatua de Colón” no tenía idea de lo imponente que encontraría el monumento.

Al llegar allí, sin decir palabra, caminé por los predios del lugar sin despegar la vista de aquel que tanto nos enseñaron de pequeños descubrió “las Américas” por “accidente”.

 A pesar de que aún el monumento, creado por el artista ruso Zurab Tsereteli y denominado como el “Nacimiento de un Nuevo Mundo”, no ha sido develado oficialmente, otros curiosos -como yo- merodean el área. Turistas y boricuas, tomando fotografías e intercambiando todo tipo de comentarios “del Colón”.

 “Este monumento trajo mucha cola hace algunos años”, me comenta Carlos Quiñones, uno de los “curiosos” que se dan cita al lugar de vez en cuando. “Fue creado hace 15 o 20 años. Un artista ruso…no recuerdo el nombre. La cuestión es que él se lo quiso dar a los Estados Unidos, pero ellos no lo quisieron. Entonces el alcalde de Cataño, en aquel momento Edwin ‘El Amolao’ Rivera Sierra, lo compró, pero nadie sabía qué hacer con el”, agrega mientras vamos caminando por el terreno baldío, mirando la estatua constantemente.

 Esta es la segunda vez que Quiñones visita el lugar, en espera de poder ser parte de una de las excursiones que espera den cuando hagan la ceremonia de apertura.

 La gigantesca escultura, alzada en el barrio Islote, en Arecibo, mide alrededor de 268 pies, casi el doble de altura de la emblemática Estatua de la Libertad, en Nueva York. Se armó a partir de 2,500 piezas de bronce y acero y en ella se muestra la figura de Cristóbal Colón de pie frente a la icónica embarcación Santa María.

 Según cuenta Quiñones y otro joven que trabaja en el lugar y quien nos recibió en la entrada, se espera que -después de la ceremonia de apertura- el monumento quede abierto al público y puedan realizar un recorrido dentro del mismo, tal como en la Estatua de la Libertad. “Algún día le escribiré un poema a esta estatua”, asegura Quiñones.

 “¿De qué tratará?”, le cuestiono. “De un encuentro entre la cultura europea -española- con la cultura taína. Eso es lo que representa para mi”, sentencia.

 Los comentarios entre los allí presentes varían. Algunos aprueban el significado, mientras que otros llaman que es la estatua de un “tirano”. No obstante, todos los que nos encontramos allí tenemos algo en común: no poder esconder el asombro inicial ante la imponencia del monumento, sea cual sea la reflexión o conclusión a la que lleguemos internamente.

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